jueves, 27 de diciembre de 2012

Horas finales de Avelino



1

No se puede desatar del todo en vida
don Avelino
lo que un día atamos a las telas del aire y de la luz
dijeron
y Avelino
los acompañó mirando por la ventanilla
el tiempo y la sombra entre los edificios
pensando:

si un día sienten que falto
y se preguntan
si es que se acuerdan
o alguien piensa
extraña algo de lo que dí por nada
y buscándome miran para atrás
yo ya voy a estar muerto
en la lluvia que todos esquivaron
menos yo
el muerto”


2

Auril, con su bigote y su flema
siempre a punto de largar la carcajada;

Fenso, severo, cruel;

Jano, ingenuo y miedoso;

Descúbito, Mojato,
siempre juntos
con aire de frontera
de caballos
de campo;

uno ladino
uno al pedo
uno atento

Marcia, de los ojos dulces
y rientes y feroces;

Roma,
enojada, irónica, bellísima;

Urbina
de cinco hijos
de color eslavo y lengua portuguesa
la que conoce la historia;

Fuma, amante de cualquiera
y Baja, amante de uno solo;

en el suelo Avelino 
cantando y rogando
sin saber:

Yo no sé lo que se me debe
no sé cómo se arregla esto
ni si hay algo que arreglar
o si se me debe algo

capaz soy yo el que debo
desde siempre
y por eso todo duele
y no hay aire ni luz que se muestre tal cual es

es por eso mismo que no sé
qué debo
si debo
o si hay algo que arreglar

mis oídos están cerrados a la verdad
mi corazón se fue
y ahora está rodeado de campo

en la inmensa soledad sin habla
me pregunto a quién le debo
y porqué.

En la llanura infinita
frente al mar distante
bajo un cielo en silencio.”

y lloraba
como un pájaro furioso
pero lloraba
como un pájaro rabioso
pero lloraba

todo en la vida me lo gané robando, hermanos
a ustedes se los robé
cuando lo que traigo es silencio, nada más,
y mis palabras están vacías como Dios,
tres veces separado del mundo,
se los juro hermanos míos
lo que les tengo dicho es ruido
ruido de huesos rotos.”


3

Era la hora de la sentencia
que sonó así:

El anticristo se parece
pero no es.

La sicosis se parece, pero no es.

Y la mentira
la soberbia
lo necio.”

en los pasillos, se dice
se oyó algo así:

yo también puedo querer
así
se dice

saliendo de un basural
hasta la orilla del arroyo

las cloacas como caries en el murallón
también resaltan en el sol”

y la guillotina se soltó
se dice
la guillotina de bataille.



Moralejos

ya muerta
la cabeza que rodó,
se dice,
dijo:

A la puta se le paga con trabajo.
Y lo que obtenemos de ella
es su trabajo

por el amor de dios, hermano
qué trabajo nos da la puta
a la puta madre con el trabajo!”

dedicado a leandro y a gastón

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Georges Bataille en TV (1958)




Sueño Primero


En este mismo cuarto. María se está acomodando el pelo. No le veo la cara, tampoco en el espejo. Tiene una pollera azul. Le miro las caderas y dudo de si es ella. Pienso en Carla. La quiero llamar para sacarme la duda que me mortifica, pero no me sale la voz, no puedo moverme. En parte porque temo equivocarme.
Se abre una puerta al lado del mueble del espejo y sale una nube de vapor. María, o Carla, no se da cuenta del peligro. Quiero avisarle, no puedo. Al final se mete en el vapor, qué está muy caliente. Yo estoy aterrado. Con mucho esfuerzo me empiezo a mover por el suelo. Cuanto más cerca estoy, el vapor está más denso y caliente. Escucho ruido como de fábrica, una maquinaria gigantesca y oxidada, pero como de lejos. Empiezo a ver algo y oigo una ducha abierta sobre una bañera.
Llego hasta la puerta y miro. Mores está acomodándose el saco. Se sube el cierre y ahí me ve. Sonríe. Marta está sentada en el water, con la pollera azul levantada. Me mira seria con los ojos entrecerrados, exausta y feliz. Me mira fijo y se sonríe con sorna. Mores da un paso hacia mi y ahí me despierto.

Todavía es de noche. Pienso en Martin. María no está, o no la siento.
Por un momento tengo ganas de levantarme, madrugar, tal vez salir. Hacer algo. Escribir. Me inquieta no saber qué va a pasar. Quien va a venir. Me cansa. Extraño la carcel.
Todo está en silencio. La calle vacía. El sueño que tuve, todavía me reverbera en la sien. Si pudiera quedarme en este cuarto para siempre! Hay que probar.
Rosa, Carla, Mores. Y donde estará Freitas ahora? Muerto? Quisiera saber. Quisiera no querer saber. Para qué carajo me sacaron?
Tengo que llamar al número que me dió Mores.

Oigo pasos en la vereda. La ventana está abierta. Los oigo casi al lado mio cuando pasan. Siento el roce de las ropas. Pasan y se detienen en la puerta. La persona entra y vuelve a cerrar, viene derecho a mi cuarto. No quiere disimular. Conoce. La escucho acercarse. Cierro los ojos y me hago el dormido. Abre.
No la veo, y aunque aparece como una mujer de tamaño normal, sé que es María. Se sienta en el borde de la cama y empieza a sacarse los zapatos. Empiezo a entreabrir los ojos. La ilumina de perfil la luz del comedor. Es otra persona, o mejor dicho, cambió, porque sin duda sigue siendo ella. No la veo bien, pero es ella. Más baja, más chica, con el pelo corto. Cuelga la pollera azul del ropero y cierra la puerta. Veo que sus piernas tampoco son las mismas. Más cortas. No es fea. Me gusta. Pero no es como era. En la oscuridad la siento ir a sentarse contra la pared.
Me da pena, no sé porqué. Como si el tamaño normal fuese para ella una enfermedad. No sé donde andaba, de donde viene, cómo salió. Es Maria.
-Estoy despierto -le digo al rato. -Vení-. Y alargo un brazo para acercarla. Ella me agarra la mano y se desliza adentro de la cama. Apoya la cabeza contra mi pecho. Huele a perfume. La piel ya no es tan tersa, ni la carne firme. Pero es tibia, casi caliente. Y esto me consuela muchísimo, me hace dormir.