jueves, 9 de octubre de 2014

alguien en la mente/1

Yo empecé a hablar cuando se murió mi madre, y ya no pude parar. En verdad fue como una semana después de que se muriera, no me acuerdo bien. Me acuerdo que estuve días acá en el apartamento, viendo pasar las nubes por la ventana, porque fueron muchos días de tormenta. 
Cuando volvimos del cementerio con mi hermano y la esposa yo estaba callada todo el tiempo, pero por adentro había miles de voces, como en una fiesta de casamiento donde no conoces a nadie y todos hablan pero nadie baila y no hay música. Estábamos acá en los sillones y mi cuñada hizo café y tomamos. Al final me acuerdo que mi hermano me miró muy fijo y me pidió tres veces que le dijera algo para irse tranquilo, y yo no pude, porque era como que había miles de personas hablando al mismo tiempo en la cabeza, y todas me estaban diciendo lo que tenía que decir y yo las escuchaba a ellas y no sentía nada. 
Al final mi cuñada sacó una pastilla y me la trajo con un vaso de agua de la canilla. Me llevaron a la cama de mamá, mi hermano me dio un beso en la frente y se sentó en la cama al lado mío agarrándome de la mano hasta que me dormí. 
Cuando me desperté ya había empezado la tormenta. Se escuchaban truenos y pensé que era de noche. Pero no, solo que había demasiadas nubes y muy negras y muy bajas, casi tocando la ventana.
Yo me quedé mirando aquello como pasmada, asustada también porque hasta las voces se habían ido, no quedaba nada de nada, y enfrente la palmera se doblaba con el viento y los vidrios se movían a veces con las rachas como si se fueran a partir. Me acordé de cuando mamá me ponía una latita prendida con alcohol azul en el baño para bañarme, como una estufita. No sé porqué me acordé de eso y me fui al baño. Me empecé a duchar y de repente se apagó la luz, apagón. Me terminé de bañar a oscuras, sintiendo los truenos de afuera, y supe que en ese momento estaba pasando algo, algo que una no sabe como nombrar, no sé como decir. Tormenta afuera y apagón en la ducha son cosas que van juntas desde entonces, yo lo sé pero no sirve para nada, solo es que soy así.
Salí desnuda y mojada, porque estaba sola, y me tiré en el sillón a escuchar y pensar. Hacía como diez años que no venía a esta casa y que no veía a mamá, solo la volví a ver cuando ya estaba muerta, muy amarilla y fría y hueca en el cajón, como una hoja caída, quebradiza. 
No me podía acordar porqué no la veía más. Me puse a escarbar en los roperos y a sacar todas aquellas camisas que ella usaba, los mismos sacos y tapados que usó siempre, desde que yo era niña, y me empecé a acordar de muchos paseos que dimos por la ciudad y por el prado, cuando hacíamos caminatas. Vamo a hacer una caminata decía, y salíamos por ahí, por cualquier lado, y ella siempre tenía uno de estos tapados. 
Fue ahí que empecé a hablar y ya no pude parar. Aunque me callara, para adentro seguía hablando, pero sin parar, y a veces me venían ganas de decir algo para afuera pero aveces no y no importaba porque yo estaba hablando para mi, para mamá y para todos y para nadie, algo así. Es lo que me pasa ahora y si me encuentro con alguien no puedo parar, y no quiero que me hablen tampoco. Es como si ya supiera todo lo que me tienen que decir, como si me adelantara a lo que van a decir o como si les quisiera explicar de antes algo. No sé. 
Cuando viene la vecina, que se llama Teresa, yo le digo muchas gracias todas las veces que puedo, y le digo que ella es muy buena y que no se va a morir como mamá porque es muy buena y que un día la quiero invitar a pasear con los tapados de mamá, que si es un día de tormenta mejor porque los días de tormenta son de apagón y hay que aprovechar para salir y mojarse como en la ducha. Ella al principio se reía, después me quería parar un poco, medio asustada y medio enojada, y ahora solo viene con algo de comer, una tarta, una fuente de compotas, un plato de polenta con tuco, cualquier cosa, me la deja en la mesa de la cocina y se va, así nomás, casi sin mirarme ya. 
Pero yo le hablo igual. A veces se mete en el baño y en los cuartos y se lleva ropa sucia también, aunque a mi nunca me parece que esté sucia, no me parece nada, es la ropa de mamá que uso ahora, hasta las bombachas le uso, porque la ropa que yo tenía la Teresa me la llevó un día para lavar y no me la trajo más, y siempre se lo digo, para que sepa nomás, porque a mi no me importa, no me interesa la ropa, nunca me interesó, solo me interesa la ropa de mamá que está llena de recuerdos y paseos.

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